Comentaba en mi artículo de la semana pasada, que para el próximo año, el Ejecutivo Federal está solicitando al Congreso de la Unión, autorización para contratar deuda neta adicional, por un monto histórico de $1,335.5 miles de millones de pesos, ($1.33 billones de pesos) cantidad equivalente al 4.25 por ciento del PIB estimado, y que seguramente finalizará cerca del 5 por ciento del PIB del próximo año.
En ese escenario, la deuda total del Gobierno Federal pasaría de $8.3 billones de pesos al cierre de 2018, (35.4 por ciento del PIB) a $12.8 billones de pesos para el cierre del próximo año, (40.8 por ciento del PIB proyectado para 2023) aumentando en el equivalente a 5.4 puntos del PIB.
De tal suerte, la deuda del Gobierno Federal aumentaría en 5 años de gobierno en unos $4.5 billones de pesos, donde unos $4 billones de pesos corresponderían a deuda interna, y unos $500 mil millones de pesos a deuda externa, equivalentes a unos $25 mil millones de dólares.
En efecto, la deuda interna del Gobierno Federal ha aumentado en esta administración, de $6.4 billones de pesos, al cierre de 2018, a $9.1 billones de pesos al mes de Julio de este año, y con la deuda solicitada para el próximo año, el saldo alcanzaría los $10.4 billones de pesos, $4 billones de pesos más que al inicio de esta administración.
Con relación a la deuda externa del Gobierno Federal, esta administración la recibió en $95,698 millones de dólares, y para Julio de este año ya la ha aumentado a $114,346 millones de dólares, un incremento de $18,346 millones de dólares (19.5 por ciento más) en menos de cuatro años, y considerando la solicitud para contratar poco más de $6 mil millones de dólares para 2023, el saldo ascendería a unos $120,400 millones de dólares para el próximo año, unos $25 mil millones de dólares más en esta administración.
Es importante mencionar que en materia de deuda externa, Pemex ha reducido su endeudamiento con el exterior, gracias a los apoyos financieros que ha recibido del Gobierno Federal, por lo que al incorporar al análisis la deuda de las empresas productivas del estado, mejoran un poco los anteriores indicadores.
Analizando la deuda de Pemex y de la CFE, se tiene que el saldo de esa deuda pasaría del 11.4 por ciento del PIB a finales de 2018, a 10.2 por ciento del PIB proyectado para 2023, (mientras que la deuda del Gobierno Federal pasaría de 35.4 a 40.8 por ciento del PIB) por lo que a nivel del sector público presupuestal, la deuda que recibió la presente administración, se incrementaría, como porcentaje del PIB, del 46.8 por ciento al cierre de 2018, a 51.0 por ciento para 2023, aumentando en 4.2 puntos del PIB para finales de 2023.
En términos absolutos, la deuda del sector público presupuestal estaría aumentando de $11 a $16 billones de pesos, entre 2018 y 2023, casi un 50 por ciento más, lo que se traduce en un mayor pago de intereses, que aunado al incremento en el costo del dinero, presionará a la alza el servicio financiero de la deuda, al cual ya se le asignan más de un billón de pesos para el pago de intereses del próximo año.
Sin duda, los márgenes de maniobra se seguirán estrechando más, mientras se agotan las fuentes de ingresos adicionales, lo que ya ha conducido a reportar un balance primario negativo y requerimientos financieros de entre el 4 y el 5 por ciento del PIB.
La opción de reducir el gasto se ve ya lejos en el horizonte, y sigue creciendo el gasto en el ejército, la marina y seguridad y “protección” ciudadana, que en conjunto superarán los $250 mil millones de pesos el próximo año, mientras el gasto de la Secretaría de Economía será de $3.8 mmp, lo que pone de manifiesto las prioridades de gasto de esta administración.
Finalmente, considerando que 2024 será año de elecciones, difícilmente habrá margen alguno para intentar corregir el rumbo, y el déficit fiscal habrá de seguir aumentando, financiado con mayor colocación de deuda, acelerando aún más su crecimiento, con riesgo de perder el grado de inversión.
El reto financiero para la siguiente administración, será mayúsculo.
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