El Producto Interno Bruto (PIB) es el valor de mercado, incluyendo impuestos indirectos como el IVA y el IEPS, de los bienes y servicios que produce un País en un año calendario, o en un trimestre, y su medición en pesos corrientes, se debe “deflactar” para eliminar el aumento en el valor de los bienes producidos, originado por el aumento en los precios, y determinar así, el PIB real y su crecimiento con relación al periodo anterior.
Para “deflactar” cifras agregadas como el PIB, o el Ingreso y el Gasto Público, se utiliza un índice de precios especial, denominado “implícito” porque se obtiene de dividir un índice de “valor” entre un índice de “quantum” y así se calcula el índice de precios deflactor del PIB.
A pesar de la relevancia que tiene este índice de precios para determinar el crecimiento real de la economía, resulta incomprensible que su elaboración no esté instituida ni normada en la Ley del Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica ya que el Artículo 59 fracción III de la Ley del INEGI solo incluye dentro de sus facultades exclusivas, la elaboración del Índice Nacional de Precios al Consumidor y al Productor, por lo que de facto, NO se puede hablar de una estimación “oficial” de dicho Índice, ya que nadie es responsable de su cálculo y publicación.
Obviamente, el propio INEGI debe elaborar la medición de este Índice de Precios, para poder determinar el crecimiento real del PIB, deflactando cifras nominales, pero ni publica estas estimaciones, ni la metodología que utiliza para su determinación.
Esto da pie para que la propia Secretaría de Hacienda, al elaborar sus mediciones y proyecciones macroeconómicas, “estime” su propio índice implícito para deflactar cifras macroeconómicas, el cual incluso publica en sus documentos oficiales.
De hecho, para 2022, la SHCP estimó un deflactor del PIB de 8% para determinar que el crecimiento real de la economía sería de 2.4% para este año, y un deflactor de 5% para 2023, que llevaría el crecimiento real al 3% para el próximo año.
En notas anteriores me he referido a este tema, precisamente porque el INEGI publicó un crecimiento “atípico” y no esperado en el PIB al tercer trimestre de este año, superior al 4% real que sorprendió a propios y a extraños, lo que incluso llevó (en el mes de noviembre) a reestimar las proyecciones de crecimiento de la economía para este año, en porcentajes que ningún modelo econométrico puede explicar de manera razonable, a solo un mes de que concluya 2022.
Bueno, pues el “truco” o la explicación de tan alto crecimiento real, fue la utilización de un deflactor del PIB inferior al aplicado en trimestres anteriores, al grado de que a pesar de que el PIB nominal del tercer trimestre, a precios corrientes, siendo incluso INFERIOR al registrado en el trimestre anterior, se reportó con un crecimiento real positivo, lo que significa que los precios al tercer trimestre fueron inferiores a los del segundo trimestre.
Es decir, en el tercer trimestre de este año, DECRECE el PIB nominal, con relación al segundo trimestre, pero CRECE el PIB en términos reales. Difícil de creer, verdad?
Aplicar un deflactor a modo, permite modificar en el escritorio el crecimiento real del PIB en uno o más puntos porcentuales, lo que no es tan significativo cuando se crece al 4% o más, como cuando la economía crece solo un poco, ya que incluso se puede cambiar un crecimiento negativo, por uno positivo.
De tal suerte, es recomendable reformar la Ley del INEGI para incluir la facultad de elaborar el índice de precios implícito del PIB, incluyendo la obligación de publicar la metodología de cálculo y reportarlo oficialmente de manera trimestral.
Aprovecho estas líneas para desearles a mis amables lectores un feliz y próspero año nuevo 2023.
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