A media que se empiezan a divulgar más datos e información sobre la marcha de la economía al primer semestre del año, las noticias no son nada buenas, ya que los datos del consumo privado, revelados por la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) para el mes de Junio, redujeron su tasa de crecimiento nominal a solo un 3.3%, por lo que en términos reales, descontando la inflación, se registra una caída de menos 1.6% en este indicador de ventas al público, confirmando la desaceleración en el consumo privado, a pesar de las promociones en las tiendas de autoservicio, que aún continúan en este mes de Julio.
Por otro lado, los datos referentes al uso de las tarjetas de crédito en el País, registraron una marcada desaceleración al mismo mes de Junio, ya que se redujo el ritmo de crecimiento en los montos firmados por los tarjetahabientes a solo un 8.6% nominal, cuando hace un año, el incremento en los “tarjetazos” fue de 25.4%.
En cuanto a los tipos de compras pagados con tarjeta que mostraron mejor desempeño el pasado mes de Junio, como era de esperarse, el primer lugar lo ocupan las compras en supermercados, registrando un aumento en facturación del 65.7%, que no obstante este importante aumento registrado, como ya se comentó, las ventas reportadas por la ANTAD decrecieron en términos reales, lo que revela que los consumidores incrementaron el pago de sus compras usando crédito, pero no sus montos comprados.
Y si los consumidores ya están usando deuda para pagar sus compras en tiendas de autoservicio, sin duda no es una buena noticia para proyectar la dinámica del consumo privado en los meses por venir.
Como comentaba en mi nota de la semana pasada, las proyecciones de crecimiento de la economía para este año 2024 y el 2025, ya se han revisado a la baja por los principales analistas económicos, y lo que se ve, sin excepción, es que todos pronostican que la desaceleración económica que se está presentando este año, continuará en 2025, reduciendo el ritmo de crecimiento económico real a niveles de solo un 1.5% y probablemente menos.
En esta tesitura, si consideramos también que el gasto público federal tendrá un fuerte ajuste para 2025, las probabilidades de que se presente una recesión, y el crecimiento real de la economía sea negativo, ya empiezan a cobrar relevancia, y no son del todo imposibles.
Ahora, si revisamos la evolución de la inflación en los últimos meses, lo que tenemos es que está registrando una tendencia a la alza que no se ha podido controlar y mucho menos revertir, evento que incluso ha señalado el Banco de México, que lo obliga a postergar, por lo pronto, la posibilidad de reducir la tasa de interés, situación que incide en menores expectativas de inversión, y por ende, de mejor crecimiento económico.
En efecto, de acuerdo a los datos publicados por el INEGI, la inflación en alimentos que se registró en Junio, fue de 6.58% cuando el mes pasado había registrado un aumento de 5.99% superando ampliamente al índice nacional de precios al consumidor, el cual se reportó en 4.98%.
De tal suerte, de seguir el ritmo de crecimiento económico a la baja, como es la tendencia actual, y sin visos de que se pueda revertir, se puede pensar que la posibilidad de una “estanflación” en la economía mexicana, de crecimiento negativo con inflación, podría llegar a materializarse, y empeorar aún más el entorno económico al que se enfrentará la nueva administración.
Es importante señalar que un crecimiento económico negativo, repercutiría también en los ingresos propios del gobierno federal, lo que dificultaría aún más la pretendida reducción en 3 puntos como proporción del PIB del déficit financiero del sector público federal, poniendo en riesgo, incluso, el grado de inversión de la deuda soberana.
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