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Señores legisladores, lean bien el artículo 2 de la LIF

Me llama fuertemente la atención, que en la reciente comparecencia del Secretario de Hacienda a la Cámara de Diputados, con motivo de la glosa del quinto informe de gobierno, el tema central, por supuesto, fue el paquete económico para 2024, y el cuestionamiento principal que le hicieron los diputados de oposición, al Secretario de Hacienda, fue la abultada cantidad de deuda pública que pretenden contratar para el próximo año, la cual, reiteradamente la ubicaban en $1.7 o en $1.9 Billones de pesos, ya sea que consideraran los ingresos por financiamientos que consigna el artículo 1 de LIF, o los requerimientos financieros, lo que denota que NO han leído el artículo 2 de la Ley de Ingresos de la Federación, ya que ahí piden autorización al Congreso para contratar deuda nueva por más de $2.5 Billones de pesos, cantidad muy superior a los requerimientos financieros que ocupan para el próximo año.

En concreto, sumando las solicitudes de mayor endeudamiento neto del Gobierno Federal, más lo que solicitan Pemex y la CFE, tanto de deuda interna como de deuda externa, el total alcanza la cantidad de $2,520,557 millones de pesos, (7.33% del PIB) que comparados con los requerimientos financieros que deben sufragar el próximo año, por un total de $1,864,872 millones de pesos, (5.4% del PIB) se tiene que están solicitando se les autorice mayor deuda a la necesaria, por un total de $655,685 millones de pesos, situación totalmente inexplicable y fuera de la ley, ya que este dinero NO tiene un destino de gasto autorizado por el Congreso.

Y si bien esta omisión es justificable en el caso de los señores legisladores, ya que ellos no son especialistas en finanzas públicas, si leemos a los editorialistas y columnistas de los principales periódicos especializados en finanzas, esta omisión se repite reiteradamente, ya que ningún periodista ni organismo o institución dedicado o especializado en esta materia, se ha percatado de esta situación, del endeudamiento adicional al necesario que solicita la Secretaría de Hacienda, la cual debería ser ampliamente comentada y ventilada públicamente, ya que no debe ser aprobada por el Congreso.

Como ya lo comenté en mi nota anterior, si este monto de deuda, de $2.5 Billones de pesos, llegara a autorizarse y a contratarse, esta administración entregaría un saldo de deuda bruta superior al 54% del PIB, y no de 48%, como lo publicitan, ya que también manipulan y sobre estiman el PIB nominal, para reducir los cocientes de deuda a PIB, así como de déficit financiero a PIB.

Y si este cociente se quiere comparar con otros Países, se debería estimar el saldo de la deuda como lo marca la metodología internacional, es decir, incluyendo las deudas de los tres órdenes de gobierno, no solo del nivel federal, e incluir los pasivos actuariales de las pensiones contributivas a cargo del sector público, lo que nos llevaría a configurar una deuda pública total (comparable internacionalmente) superior al 100% del PIB.

Finalmente, también señalaba que comparar la deuda contra el PIB no tiene ningún sentido ni significación económica, ya que lo relevante es compararse contra los ingresos propios de libre disposición de cada País, para constatar que no andamos nada bien, comparados contra otros Países, y que debemos más de cuatro años de ingresos propios, lo que nos pone cerca de la insolvencia.

La cereza en el pastel para 2024, es el déficit primario de casi medio billón de pesos que se generará con este presupuesto, lo que pinta de cuerpo entero lo irresponsable del aumento al gasto que se propone, ya que todavía para este año 2023, Hacienda espera un ligero superávit primario de unos $20 mil millones de pesos.

Pedir dinero prestado para pagar intereses de la deuda, seguramente no será bien visto por las calificadoras.

Y no, esto no es un desequilibrio de solo un año, como también se le pretende ver, ya que esta administración estuvo sufragando su gasto excesivo desde su primer año, tomado recursos de todos lados, como fue el fondo de estabilización, la fiscalización, luego los fideicomisos, después secando el gasto de las dependencias con su “austeridad republicana” hasta que se acabaron las reservas, y en lugar de controlar el gasto, ahora explota la deuda.

Y sí, la liga usualmente se rompe en el último estirón.

Etiquetas: Economia LIF PIB

Dr. Marco Antonio Pérez Valtier

Economista especialista en finanzas públicas, Socio de Economía en Pérez Góngora y Asociados S.C., Conferencista y catedrático a nivel doctorado.

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